La leña se emplea para generar calor desde tiempos inmemoriales y a día de hoy sigue siendo uno de los combustibles más utilizados para calentar los hogares en todo el mundo. Su bajo precio y la relativa facilidad para conseguirla la mantienen como una buena alternativa a otros combustibles, pero lo que más se valora en la actualidad es el inconfundible ambiente que logra una chimenea quemando leña de calidad.
No toda la leña quema igual
Hay considerar varios factores a la hora de adquirir leña: el tipo de madera influye en su poder calorífico, así como su grado de humedad. También hay que tener en cuenta la densidad de la madera, que contribuye a que se queme de forma más rápida o más lenta.
Las calderas de leña combinan la economía del combustible con un gran poder calorífico, por lo que a día de hoy siguen siendo una opción totalmente válida a otras energías alternativas
Calderas de gasificación
Las calderas de gasificación someten a la madera a calor en defecto de aire lo que produce un gas combustible. Con esto se logra un menor consumo, un periodo de carga más dilatado (mayor autonomía), combustión más limpia con menos residuos y una mayor eficiencia en la transferencia de calor al agua.
Habitualmente, las estufas producen aire caliente con el que calientan el local de la instalación. Algunos modelos cuentan con ventiladores adicionales y mediante tuberías pueden calentar otros locales, son lo que llamamos estufas canalizables.
Cuando además de aire calientan agua para los radiadores se las conoce como termoestufas.
Calor económico
La principal ventaja de las estufas de leña sobre otros sistemas de calefacción es el precio del combustible.